
Los líderes de los dos países ven los certificados, conocidos como “Pase Verde” en Italia y “pase de salud” en Francia, como necesarios para impulsar la tasa de vacunación y convencer a los indecisos.
El primer ministro italiano, Mario Draghi, comparó el mensaje antivacunas de algunos líderes políticos con “una llamada a morir”.
El anuncio del inminente requisito ha funcionado y las solicitudes de vacunación se han disparado en los dos países.
Aun así, quedan bolsas de resistencia de personas que lo consideran una intromisión en sus derechos civiles o tienen reservas sobre la seguridad de las vacunas. Unas 80.000 personas protestaron en ciudades de toda Italia el fin de semana pasado, mientras que miles de personas han marchado en París los últimos tres fines de semana, y en ocasiones han chocado con la policía.
En general, los países europeos han hecho grandes avances en sus tasas de vacunación en los últimos meses, con o sin incentivos. Ningún país ha hecho obligatorias las vacunas, y las campañas para convencer a los indecisos son muy diferentes entre sí.
Dinamarca fue pionera en los pases de vacunas y encontró pocas resistencia. Bélgica requerirá un certificado de vacunas para asistir a eventos al aire libre con más de 1.500 personas para mediados de agosto, y eventos en interior para septiembre. Por ahora, Alemania y Gran Bretaña se han resistido a una estrategia general, mientras que las vacunas son tan populares en España que no se considera necesario introducir incentivos.

El programa, anunciado el domingo por el Departamento de Salud y Asistencia Social, está diseñado para impulsar la tasa de vacunación entre los adultos menores de 30 años en momentos en los que Gran Bretaña se apresura para vacunar a la mayor cantidad de personas posible antes de que empiece el clima frío.
Aunque más del 90% de adultos de Gran Bretaña han recibido al menos una dosis de la vacuna, la tasa de vacunación en personas de 18 a 30 años es del 60%, de acuerdo con estadísticas del gobierno.
Mientras agradecía a los negocios por ayudar, el secretario de Salud, Sajid Javid, pidió a la gente que “aproveche los descuentos”. Uber, Bolt, Deliveroo y Pizza Pilgrims están entre las empresas que ofrecieron incentivos.
“Las vacunas salvavidas no sólo los protegen a ustedes, a sus seres queridos y a su comunidad, sino que contribuyen a que volvamos a estar unidos al permitirles volver a hacer las cosas que extrañaban”, comentó.
Gran Bretaña no es el único país que trata de persuadir a los reacios a vacunarse. Esta semana, el presidente estadounidense Joe Biden pidió a los gobiernos estatales y locales que siguieran los pasos de Nueva York y Minnesota en torno a ofrecer 100 dólares para los que se vacunen, esperando que un incentivo financiero motive a los indecisos a inocularse mientras la variante delta altamente contagiosa arrasa con varias zonas del país.
Gran Bretaña busca aumentar su tasa de vacunación en medio de un repunte de casos y en momentos en los que el gobierno busca reactivar por completo las actividades económicas y sociales.

En tres semanas, La Reina, una aldea en las montañas del occidente de Honduras, soportó dos diluvios de proporciones bíblicas.
Durante los cuatro días que Iota martilleó la comunidad, sus habitantes no dejaron de vigilar la ladera que se erguía amenazante sobre las 300 casas. Buscaban señales que indicaran el momento de huir. Algunos lo hicieron apenas cesó la lluvia y comenzó a agrietarse el suelo. Iván Varela resistió todo lo que pudo tratando de proteger las siete casas construidas junto a sus hermanos con el dinero ganado en Estados Unidos.
Aquella última noche, mientras sus padres rezaban el rosario, Varela tuvo que disparar al aire para advertir a quienes comenzaban a saquear las casas de quienes ya habían evacuado la aldea. Cuando notó que la tierra temblaba y bajo sus pies manaba el agua, llamó a su hermano en Florida.
- “Se va la aldea, René. Lo perdemos todo”.
- “Lo material se trabaja de nuevo, lo importante es que se salven, váyanse de ahí”.
Esta historia es parte de una serie, Después del Diluvio, producida con apoyo del Pulitzer Center on Crisis Reporting.
Varela escondió sus herramientas de trabajo con la esperanza de poder recuperarlas algún día. Soltó a las gallinas y al perro y se sumó al éxodo de La Reina.

Los lugareños no habían visto en Necoclí tal cantidad de migrantes. Se trata de un pueblo turístico y pesquero en el que resaltan unos cuantos edificios de apenas tres pisos, que suelen ser hoteles. La alcaldía local declaró estado de “calamidad pública” por la escasez de agua como consecuencia de la alta demanda en el servicio por parte de los lugareños, visitantes y la población migrante.
El inusual flujo de migrantes en Necoclí ha hecho que las autoridades colombianas pongan sus ojos en la población. El defensor del pueblo, Carlos Camargo, visitó el jueves el muelle en el que salen las embarcaciones para verificar la situación humanitaria de los migrantes que calcula en 15.000 personas.
“Hago un llamado a mis pares en distintos países para que adelantemos acciones conjuntas que nos permitan enfrentar el problema”, dijo a The Associated Press.
Las autoridades coinciden en que hay problemas en el transporte y un aumento en el flujo de migrantes: son más las personas que llegan, 1.500 cada día, que las que se van, un promedio de 750. Para explicar el fenómeno, el director de Migración Colombia, Juan Francisco Espinosa, dijo el miércoles a la prensa que se debe a “decisiones de comunidades de bloquear el transporte al interior del Golfo de Urabá (donde se encuentra Necoclí)”, sin especificar las razones de tales decisiones.

Muchos de ellos, con niños en brazos, esperaban el miércoles un turno para comprar por 50 dólares los escasos boletos en las embarcaciones —propiedad de una sola empresa de turismo-- que los llevarían hasta Capurganá, un corregimiento (división administrativa) de Acandí, el pueblo donde inicia la travesía por el Tapón del Darién. Sólo 750 personas lograron embarcar.
La situación en Necoclí —ubicado en Antioquia, en el noroeste del país— se empezó a salir de control desde hace semanas. Primero se acumularon cientos de migrantes y luego fueron miles. Las autoridades han dado varias explicaciones. La Defensoría del Pueblo dijo el martes en un comunicado que las lanchas no han podido salir “debido a factores climáticos”, sin especificar cuáles, lo que ha ocasionado represamientos.
Por su parte, César Zúñiga, director de la Unidad de Gestión del Riesgo y Desastres de Necoclí, le dijo a la AP que en las últimas seis semanas el número de migrantes que ha llegado al pueblo ha sido mayor que el que ha seguido su tránsito.
“Se nos han estado acumulando personas debido a la incapacidad logística y operativa de la empresa transportadora, ya que ellos solamente pueden transportar alrededor de 750 personas diarias, pero en la noche nos llegan alrededor de 1.000 o 1.300... Además, ellos no operan los fines de semana, lo que también nos aumenta el número de migrantes”, agregó.