Ni la mujer de Michigan que se despertó una mañana con su esposa fallecida al lado. Ni la trabajadora doméstica en Mozambique cuyo sustento quedó amenazado por el virus. Ni la estudiante de secundaria exiliada de su clase en un abrir y cerrar de ojos.
Ocurrió hace un año. “Yo esperaba volver después de esa semana”, dijo Darelyn Maldonado, de 12 años. “No pensé que tomaría años”.
El 11 de marzo de 2020, cuando la Organización Mundial de la Salud declaró una pandemia, pocos podían prever el largo camino por delante ni las muchas formas en las que sufrirían: la muerte y agonía de millones de personas, economías en ruinas, vidas paralizadas y una soledad y un aislamiento casi universales.
Un año después, algunos sueñan con el regreso a la normalidad gracias a unas vacunas que parecieron materializarse como por arte de magia. Otros viven en lugares donde la magia parece estar reservada para mundos más ricos.
Al mismo tiempo, la gente está echando la vista atrás a dónde estaban cuando entendieron por primera vez el cambio drástico que daría su vida.
El 11 de marzo de 2020, los casos confirmados de COVID-19 sumaban 125.000 y las muertes reportadas superaban por poco las 5.000. Hoy, 117 millones de personas se han infectado en todo el mundo y, según la Universidad Johns Hopkins, más de 2,6 millones han fallecido.

“Un año de pandemia duro”, declaró el mandatario tras recibir la inyección de Pfizer-BioNTech en una escuela pública de la capital en el marco de la segunda semana de inmunización a las personas mayores de 60 años.
El país, de 4,3 millones de habitantes, informó su primera infección en una mujer de 40 años procedente de España el 9 de marzo de 2020, aunque un importante instituto de investigación científica panameño sugiere que la enfermedad habría llegado en febrero.
Panamá es el país de América Central que más contagios ha reportado desde entonces, con 345.759 y 5.944 defunciones hasta el martes. En número de decesos es apenas superado por Guatemala en la zona.
En las últimas semanas ha visto un descenso en el número de contagios y muertes llevando a una estabilización o “meseta” de las infecciones, dijo el martes el jefe nacional de epidemiología, Leonardo Labrador. El país también levantó cuarentenas los fines de semana en las provincias más castigadas por el virus, entre ellas Panamá y la capital del país.

Guterres homenajeó a todas las mujeres mandatarias cuyos países han sufrido menos muertes durante la pandemia, al 70% de las trabajadoras de la salud y de atención en primera línea — “muchas de las cuales pertenecen a grupos marginados racial y étnicamente” — y a las organizaciones de mujeres que han proporcionado servicios a nivel local e información sobre el COVID-19.
La pandemia, sin embargo, ha demostrado que “este sigue siendo un mundo dominado por hombres con una cultura dominada por hombres”, afirmó Guterres en un mensaje en video. “Pero también ha obligado a tener en cuenta las desigualdades globales, las fragilidades y la arraigada discriminación de género”.
Todos esos asuntos, además del incremento de la violencia contra la mujer, estarán seguramente en la agenda de dos destacados eventos que formarán parte de las demoradas conmemoraciones del 25to aniversario de la Conferencia de la Mujer de Beijing de 1995, donde se adoptó una hoja de ruta de 150 páginas para lograr la igualdad de género.
Los actos, centrados en la sociedad civil y pensados “para catapultar” la igualdad de género, comenzarán con una cumbre global virtual en la Ciudad de México entre el 29 y el 31 de marzo.
A esto le seguirá una en París del 30 de junio al 2 de julio, anunciada el lunes, llamada Foro Generación Igualdad.

En Buenos Aires varios miles de mujeres rodearon el Congreso y reclamaron “basta de femicidos”, uno de los pocos delitos que no disminuyó durante la pandemia de coronavirus.
Sobre figuras humanas de cartón pintadas de negro y sostenidas por las activistas, de un lado había fotos de mujeres asesinadas el último año y del otro el mensaje: “estamos nosotras porque ella nos falta”.
“Libres, vivas y sin miedo”, se leía en otro cartel sostenido por una adolescente.
Si bien el país sudamericano ha mostrado notables avances en los últimos años en la agenda de género, como la legalización del aborto y la reglamentación de un cupo laboral en la administración pública para personas trans, la violencia contras las mujeres no cesa.
En los primeros dos meses del año se perpetraron 50 feminicidios y un transfeminicidio a pesar de las medidas de distanciamiento que rigen en Argentina a causa de la pandemia, señaló un informe del Observatorio de Femicidios de la Casa del Encuentro.
En movilizaciones similares en otros centros urbanos del país, el foco de los reclamos estaba puesto en una reforma de la justicia con perspectiva de género. “Basta de justicia patriarcal”, proclamó Ni una menos, el colectivo de distintas organizaciones feministas que desde 2015 protagonizan multitudinarias protestas callejeras.

El mandatario ofreció un mensaje televisado al tiempo que miles de personas salían de nuevo a las calles.
“Fuimos testigo de la manifestación pacífica de un sector importante de la ciudadanía que se autoconvocó para transmitir sus reclamos”, comenzó diciendo Abdo, quien reconoció que el país atraviesa un momento muy difícil en medio de la pandemia bajo la que su gobierno tuvo “aciertos y errores”.
“Soy una persona de diálogo, no de confrontación y mi compromiso es escuchar a todos”, tanto a los que aprueban como rechazan al gobierno, continúo Abdo. “Soy consciente de que la gente espera cambios”.
El presidente señaló que ha solicitado a todos los ministros que pongan a disposición sus cargos y que realizará los cambios en los próximos días.
Los primeros en salir serán Eduardo Petta, ministro de Educación; Nilda Romero, ministra de la Mujer; y Juan Ernesto Villamayor, jefe de Gabinete Civil.
El presidente agregó que durante la semana habrá más anuncios.
Estos cambios se realizarán “en aras de la pacificación”, afirmó el mandatario, los cuales se suman a la salida reciente del ministro de Salud, Julio Mazzoleni, que presentó su renuncia el viernes ante la falta de suministros de insumos y medicamentos y el colapso de los hospitales.