CliffordRealmente no es tan complicado. A los niños les encantan los perros y los perros aman a los niños. Sepárelos bajo su propio riesgo.
Pese a los esfuerzos obvios por vincular la querida historia sobre un perro enorme y la niña que lo ama con un mensaje más grande y actual en la película con actores reales y CGI “Clifford the Big Red Dog” (“Clifford: El gran perro rojo”), hacerlo realmente no era necesario.
A ciertos niveles, la película dirigida por Walt Becker comprende esto y nos brinda muchas escenas encantadoras y afectuosas entre Clifford y la joven Emily Elizabeth (una convincente Darby Camp), lo cual demuestra que conoce a su público principal: los niños pequeños. Y para ellos, funcionará bien.
A los espectadores mayores, sin embargo, quizás les resulte difícil ignorar algunos de los momentos más torpes de un guion que, al tratar de actualizar una historia creada en 1963, se interpone con diálogos que aunque a veces son divertidos y dulces, pueden ser incómodos y ocasionalmente incluso fuera de tono.
Pero hablemos primero del perro. Para aquellos a quienes les preocupaba que la versión CGI de Clifford no iba parecier real o no iba a cumplir las expectativas, pueden estar seguros de que está bien. Es grande, es rojo, es peludo, dulce y, en cuanto al realismo, bueno, ¿cuántos perros rojo del tamaño de un elefante conocen? Además, no habla humano y eso es bueno.
Y el elenco también lo es, liderado por la dulce y precoz pelirroja Camp como Emily Elizabeth y el simpático comediante británico Jack Whitehall como su tío Casey. También hay un montón de actores de “Saturday Night Live” en cameos, y los más divertidos, como era de esperar, provienen del talentoso Kenan Thompson como el veterinario encargado de examinar a Clifford. (¿Cómo se toma la temperatura de un cachorro del tamaño de un tiranosaurio? Él tampoco lo sabe).
Emily Elizabeth es mayor aquí que en el libro original y la serie animada; es una estudiante de sexto grado recién llegada a una escuela elitesca de Manhattan en la Quinta Avenida. Vive en el norte de la ciudad con su madre, una madre soltera, en lo que las notas de producción llaman un “pintoresco apartamento de Harlem”, pero en realidad es enorme, aireado y cómodo: ¡Puede esconder a Clifford! Aún así, en esa elegante escuela, a la que asiste con una beca después de haberse mudado “del norte del estado”, Emily se siente sola y una chica mala la llama “Cupones para Alimentos”.
Detengámonos aquí un momento. El argumento del bullying tiene su propósito narrativo, pero ¿“Cupones para Alimentos”? ¿Es esto un insulto real de la escuela, o algo que se le ocurrió a un grupo de guionistas adultos y que no consultaron con niños? En cualquier caso, esta discordancia económica, repetida varias veces, se siente mucho más cruel que cualquier cosa pronunciada por el supuesto villano de la película, un empresario viscoso (Tony Hale) que quiere replicar el ADN de Clifford para crear comida gigante, alimentar al mundo y presumiblemente hacerse rico.
Mamá Maggie (Sienna Guillory, que no tiene mucho que hacer aquí) se va en un viaje de negocios, dejando a su hermano Casey a cargo. Una mañana, él y Emily se detienen en una extraña carpa de rescate de animales dirigida por el misterioso Sr. Bridwell; ese sería John Cleese, y el nombre es un guiño al autor original de “Clifford”, Norman Bridwell. El hombre les muestra un pequeño cachorro rojo abandonado. Emily queda enamorada. ¿Qué tanto crece?, pregunta. “Eso depende de cuánto lo ames”, responde Bridwell.
Casey, sensato por una vez, dice que no a la adopción del cachorro. Pero Clifford de alguna manera se cuela en la mochila de Emily. Cuando esa noche ella lo abraza y desea que ambos puedan ser grandes y fuertes, Clifford se lo toma literalmente. Por la mañana, es un gigante. (No se explica por qué, cuando esto se convierte en una responsabilidad importante, el amor de Emily no puede hacer que Clifford se encoja de nuevo).
Como era de esperar, Clifford desarrolla una presencia en Instagram. Eso llama la atención de nuestro villano. Pero él y sus sospechosos chicos con auriculares no tienen nada en contra del desigual equipo de Emily, su adorable amigo Owen (Izaac Wang), Casey y chicos del vecindario. Incluso un multimillonario bien intencionado no puede salvar a Clifford, pero al final, como todos sabemos, la chica valiente triunfará.
Y niños valientes en todas partes vitorearán, y esta historia seguirá perdurando en el tiempo. Pero en la secuela, ¿qué tal si descartamos la trama secundaria de la chica mala y le damos más tiempo en la pantalla al veterinario de Thompson? “Clifford, el gran perro rojo y el veterinario divertido” estaría muy bien.
“Clifford the Big Red Dog”, un estreno de Paramount Pictures, tiene una clasificación PG (que sugiere cierta orientación de los padres) de la Asociación Cinematográfica de Estados Unidos (MPAA, según sus siglas en inglés) “por humor descortés, elementos temáticos y algo de acción”. Duración: 97 minutos. Dos estrellas de cuatro.

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