
Hace media década, Maribel Guerrero Solorzano, de 48 años, convirtió una casa familiar en la Biblioteca Rural Comunitaria Los Soches, que en pandemia ha ayudado a estudiantes de la vereda de Usme —ubicada en Bogotá— a acceder a conexión wifi. “Nos mantenemos con voluntarios y donaciones de ONG, profesores y personas que nos quieran ayudar”, aseguró a The Associated Press.
Sólo cuentan con un computador que deben turnarse 45 niños con cita previa porque no pueden asistir más de diez estudiantes a la vez para cumplir con los protocolos de bioseguridad.
“Hice mi tesis de grado sobre el entorno social viendo la problemática de los niños, así que decidí poner mi computador personal y el pago de internet al servicio de los niños para que puedan hacer sus tareas en la biblioteca”, indicó a la AP Ana Jazmin Moreno, de 29 años. Tanto ella como Maribel son familiares de estudiantes de la zona.
En Bogotá, cuatro de cada diez niños no tiene acceso a computadores ni internet, según la Secretaría de Educación de la ciudad. El sindicato de maestros distrital advierte que en total son 350.000 niños sin conectividad.

Los grupos armados, incluyendo algunos nacidos de las ahora desmovilizadas Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), son responsables de parte de los asesinatos, señalaron investigadores de Human Rights Watch en un reporte.
“Las autoridades no ejercen un control efectivo sobre varias zonas previamente controladas por las FARC, lo cual en gran parte ha permitido la violencia contra defensores de derechos humanos”, apuntó el informe. “El gobierno ha desplegado tropas a muchas zonas del país, pero no ha fortalecido al mismo tiempo el sistema de justicia ni ha asegurado un acceso adecuado a oportunidades económicas y educativas y a servicios públicos”.
La Oficina del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Derechos Humanos ha documentado más de 400 asesinatos de activistas desde 2016, de los cuales 108 ocurrieron en 2019 y 53 en 2020. El dato del año pasado podría aumentar porque aún se están verificando otros 80 decesos.

Parsa Namaki, hijo del ministro de Salud, Saeed Namaki, recibió su primera dosis en una ceremonia para presentar la campaña. Las vacunaciones se harán de forma simultánea en más de 600 centros médicos, indicó el ministro.
El COVID-19, la enfermedad que provoca el coronavirus, se ha cobrado las vidas de más de 300 profesionales sanitarios en Irán.
Irán recibió el pasado jueves la primera ronda de vacunas rusas contra el coronavirus, las primeras de fabricación extranjera que llegan al país. Por ahora, Irán ha confirmado unos 1,48 millones de casos de coronavirus. Se espera que en febrero y marzo lleguen un total de 2 millones de vacunas rusas, según medios iraníes.
Aunque la cifra diaria de muertos lleva semanas por debajo de 100, las autoridades advierten de un posible repunte en marzo porque mucha gente está ignorando las medidas de distanciamiento social en espacios públicos.
El líder supremo de Irán, el ayatolá Ali Jamenei, ha prohibido las importaciones de vacunas británicas y estadounidenses en un ejemplo de desconfianza hacia Occidente. Irán inició en diciembre los ensayos en humanos de una vacuna de fabricación iraní y dijo que esperaba distribuirla en primavera. También ha empezado a trabajar en una vacuna conjunta con Cuba.
Irán también tiene previsto importar 17 millones de dosis de vacunas de COVAX y millones de dosis más de otros países.

Zweli Mkhize dijo que Sudáfrica descartó los planes de emplear la vacuna de AstraZeneca y la Universidad de Oxford porque “no evita los casos leves a moderados” de la variante que se ha propagado ampliamente por la nación.
La de J&J, que requiere una única dosis, sigue probándose a nivel internacional y no ha sido autorizada en ningún país.
En un discurso a la nación, Mkhize afirmó que la vacuna es segura, en base a las pruebas realizadas a 44.000 personas en Sudáfrica, Estados Unidos y Latinoamérica.

Al menos 31 personas han muerto, 165 están desaparecidas y se teme que hayan muerto muchas más. La riada se estrelló primero contra una pequeña presa, ganando más fuerza al aumentar de peso con los escombros que iba arrastrando por el camino. Después se estrelló contra otra presa más grande que estaba en construcción y ganó aún más energía.
La Corte Suprema de India encargó a Chopra y otros expertos que estudiaran el impacto del retroceso de los glaciares sobre los diques. Habían advertido que la subida de temperaturas debida al cambio climático estaba derritiendo los glaciares del Himalaya y facilitando avalanchas y deslaves, y que construir presas en ese frágil ecosistema era peligroso.
“Se les advirtió claramente, y sin embargo siguieron adelante”, dijo Chopra, director de la organización sin fines de lucro People’s Science Institute.
Los científicos sospecharon en principio que había reventado un lago glacial, pero tras examinar las imágenes por satélite creen que la causa más probable del desastre fueron un alud de tierra y una avalancha. Lo que no está claro es si el deslave provocó un alud de hielo y escombros, o si el desprendimiento de hielo provocó el deslizamiento de tierra, explicó Mohammad Farooq Azam, que estudia los glaciares en el Instituto Indio de Tecnología, en Indore.
Lo que se sabe, sin embargo, es que una masa de rocas, hielo y nieve se abatió por una ladera casi vertical de 2 kilómetros (1,2 millas) el domingo. Y ahora los científicos tratan de determinar si el calor producido por la fricción en esa caída bastaría para derretir el hielo y la nieve y provocar el aluvión de agua, señaló.