EEUU alcanzaEstados Unidos alcanzó el lunes un millón de muertes por COVID-19, una cifra que alguna vez fue inimaginable y que pone de relieve el número de seres queridos y amigos afligidos por la pérdida y la frustración.
El número de fallecimientos confirmados equivale a un ataque de la magnitud de los del 11 de septiembre cada día por 336 días. Es una cifra cercana al número de muertes combinadas en el país durante la Guerra Civil y en la Segunda Guerra Mundial, o al exterminio completo de las poblaciones de Boston y Pittsburgh.
“Es difícil imaginarse un millón de personas desaparecidas de la Tierra”, comentó Jennifer Nuzzo, directora de un centro de estudios sobre la pandemia de la Escuela de Salud Pública de la Universidad Brown en Providence, Rhode Island.
“Esto es algo que sigue pasando y que estamos permitiendo que siga pasando”, añadió.
Entre los dolientes hay quienes juran que jamás podrán volver a la normalidad. Escuchan una y otra vez los mensajes de voz que les dejaron sus seres queridos. O reproducen sus viejos videos para verlos bailar. Cuando alguien les dice que está harto de la pandemia, los miran con rencor o sufren en silencio.
“Normalidad. Cómo odio esa palabra. Los que perdimos a alguien jamás volveremos a la normalidad”, comenta Julie Wallace, una residente de Elyria, Ohio, de 55 años de edad, quien perdió a su marido por COVID-19 en el 2020.
Tres de cada cuatro fallecidos eran personas de 65 años o más. Murieron más hombres que mujeres. Las personas de raza blanca constituyeron la mayoría de las muertes en general. Pero las personas de raza negra, los hispanos y los indígenas norteamericanos han muerto de COVID-19 a una tasa que es casi el doble que la de los blancos.

FeligresesLAGUNA WOODS, California, EE.UU. (AP) — Un hombre armado abrió fuego el domingo durante un almuerzo en una iglesia del sur de California antes de que los feligreses lo detuvieran y ataran en lo que un policía del condado dijo fue un acto “excepcional de valentía y heroísmo”.
Una persona murió y otras cuatro resultaron heridas de gravedad en la Iglesia Presbiteriana de Ginebra en la ciudad de Laguna Woods, informaron elementos de la policía del condado Orange.
El sospechoso, un hombre asiático de unos 60 años, se encuentra detenido y la policía recuperó dos pistolas en el lugar, informó el subjefe de policía, Jeff Hallock. De momento se desconoce el motivo del ataque, pero los investigadores no creen que el agresor sea miembro de la comunidad, añadió.
Se piensa que la mayoría de las personas que se encontraban dentro del templo cuando ocurrió el ataque son de origen taiwanés, dijo Carrie Braun, portavoz del departamento de policía del condado.
Entre 30 y 40 personas se habían reunido para comer después del servicio matutino cuando comenzaron los disparos poco después de la 1:30 de la tarde, señalaron las autoridades. Cuando los policías llegaron al lugar, encontraron que los feligreses habían atado al agresor.
“Ese grupo de feligreses mostró lo que creemos es un acto excepcional de valentía y heroísmo al intervenir para detener al sospechoso. Sin duda alguna evitaron que hubiera más heridos y muertos”, declaró Hallock. “Creo que es seguro decir que, si estas personas no hubieran intervenido, la situación podría haber sido mucho peor”.
Un hombre murió en el lugar y una quinta persona sufrió heridas menores, señaló la policía. Todas las víctimas eran adultas.

barco esclavosMOBILE, Alabama, EE.UU. (AP) — En el fondo de un río de Alabama yacen los restos del último barco de esclavos llegado a Estados Unidos, que podría contener pistas acerca del pasado y el futuro de una comunidad fundada por esclavos liberados tras la guerra civil estadounidense.

Hay trabajos en marcha que ayudarán a responder muchas preguntas de los residentes de Africatown USA: ¿Será posible sacar a la superficie los restos del Clotilda para ver qué dice sobre el pasado y si funciona como una atracción que ayude a revitalizar una comunidad en la que abundan descendientes de esclavos?

Un equipo contratado por la Comisión Histórica de Alabama retiró árboles caídos que cubrían los restos del barco, sacó fango del casco y recuperó algunas piezas del Clotilda, que se dice es el barco de esclavos en mejor estado jamás recuperado. Los trabajos en marcha ayudarán a determinar qué se puede hacer con los restos.

Algunos quieren crear un museo que incluya al Clotilda, que había sido contratado por un navegante blanco dispuesto a violar la orden que prohibía importar esclavos un año antes de que se fundase la Confederación, que buscó preservar la esclavitud y la supremacía blanca en el sur del país.

“Lo que quiero saber es cuándo. Cuándo van a sacar el barco de esa maldita agua”, expresó Joe Womack, residente de Africatown y activista en un foro público.

Cerca de allí, se construye una “casa de la herencia” que podría exhibir artefactos viejos.

A algunos no les preocupa el barco en sí, que consideran solo una parte de una historia mucho más amplia.

Candidato al SenadoHARRISBURG, Pennsylvania, EE.UU. (AP) — El vicegobernador de Pensilvania, John Fetterman, el principal demócrata en la contienda al Senado federal por el estado, sufrió una apoplejía, pero está en camino a “recuperarse por completo”, informó su campaña el domingo.
Fetterman, de 52 años, quien confirmó que ha estado hospitalizado durante todo el fin de semana, aseguró que el episodio no obstaculizará su campaña. Pero la inesperada noticia, a sólo dos días de las elecciones primarias de Pensilvania, generó una nube de incertidumbre sobre la candidatura del demócrata en lo que puede ser una de las mejores oportunidades de su partido de sumar escaños en el Senado.
En un breve mensaje de video difundido por su campaña, un Fetterman sentado y hablando con claridad, explicó que “simplemente no me sentía muy bien” el viernes y que decidió ir al hospital ante la insistencia de su esposa. En un comunicado escrito detalló más la situación.
“Tuve una apoplejía causada por un coágulo debido a que mi corazón estuvo en ritmo de fibrilación auricular durante mucho tiempo”, dijo Fetterman. Los médicos pudieron eliminar el coágulo, “invirtiendo el ictus”, y consiguieron controlar su corazón.
“La buena noticia es que me siento mucho mejor, y los médicos me dicen que no sufrí ningún daño cognitivo”, señaló.
Las dudas sobre el estado de salud de Fetterman surgieron durante todo el fin de semana después de que cancelara sus apariciones públicas programadas para el viernes, sábado y domingo.

Ola ColombianosNUEVA YORK (AP) — Álvaro pensó en abandonar Colombia cuando la pandemia golpeó con dureza su negocio de venta de accesorios de computadoras y celulares. El colombiano, de 55 años, lidiaba además con la discriminación por su orientación sexual.
Oyó que el viaje no sería tan complicado: México no imponía restricciones a los colombianos, lo que le permitiría volar hasta la frontera sur estadounidense para pedir asilo.
“En ese momento no pedían visa en México”, recordó en una entrevista con The Associated Press.
Y así fue como Álvaro, que solicitó no hacer público su apellido debido a su estatus migratorio, se unió en marzo a miles de colombianos que abandonan uno de los países más poblados de Latinoamérica para recorrer una ruta que pocos habían utilizado, hasta ahora.
Los colombianos fueron parados en la frontera entre Estados Unidos y Mexico más de 15.000 veces en marzo, lo que supone un aumento de 60% en comparación con febrero y casi 100 veces más que las detenciones que se registraron el año pasado, según datos de la Patrulla Fronteriza.
Muchos vuelan a Ciudad de Mexico o Cancún y toman un autobús u otro avión a ciudades fronterizas mexicanas para cruzar después a pie a Estados Unidos.
Durante el último año México introdujo restricciones de viaje para otros tres países latinoamericanos de los que salían grandes cantidades de personas en ruta a Estados Unidos. La medida dio resultado de inmediato: las autoridades estadounidenses registraron una reducción del 65% en la llegada de brasileños en enero, el mes después de que México les comenzó a exigir visas.
Los ecuatorianos fueron detenidos un 95% menos en octubre que en agosto y los venezolanos fueron detenidos un 88% menos en febrero que en diciembre, después de que México empezara a exigirles visa.
Una dinámica similar podría estar ocurriendo con los colombianos.
“Si se observa la gran cantidad de venezolanos que llegaron a México en diciembre, antes de que entraran las restricciones de visa en enero, se podría sugerir que a la gente (los colombianos) se les dijo... ‘ahora es su oportunidad, vengan ahora’”, opinó Maureen Meyer, vicepresidenta de programas de The Washington Office on Latin America, un grupo de derechos humanos.
Los colombianos tienen pocas razones para preocuparse. Junto con Perú y Chile, Colombia y México forman el bloque económico de la Alianza del Pacífico y los cuatro países han acordado no imponer visas a los demás.
Pero la administración del presidente estadounidense Joe Biden está presionando a México para que sea más estricto. En abril, México impuso un proceso de registro en línea para los colombianos exigiendo itinerarios de viaje, reservas de hoteles en México y boletos de salida.
Álvaro salió en marzo de Bucaramanga, en el centro-norte de Colombia, y voló a la Ciudad de México, pero fue devuelto a Colombia porque no tenía reserva de hotel.
Dos días después un traficante de personas reservó una habitación de hotel y Álvaro voló de regreso a la Ciudad de México. Desde allí voló a Mexicali, al otro lado de la frontera con Calexico, California. Escaló el muro fronterizo en una frágil escalera y se entregó a los agentes fronterizos estadounidenses.
Después de permanecer tres días detenido fue llevado a un centro de refugiados y llamó a sus sobrinos en Miami.
Los colombianos han evitado en gran medida una orden de salud pública -que se supone finalizará el 23 de mayo- que ha negado a los migrantes la posibilidad de solicitar asilo más de 1,8 millones de veces desde marzo de 2020. La normativa, conocida como “Title 42” (Título 42), se invocó para detener la propagación del COVID-19 pero se aplica de manera desigual entre las nacionalidades en la frontera.
En marzo sólo 303 -el 2%- de las detenciones en la frontera resultaron en la expulsión de colombianos, de acuerdo con la Patrulla Fronteriza.
Los costos de los vuelos de deportación, las relaciones diplomáticas y otras consideraciones explican por qué los migrantes de algunas nacionalidades no son regresados a sus países de origen y se les permite permanecer en Estados Unidos para buscar asilo.
México acordó recibir migrantes de Guatemala, Honduras, El Salvador y México bajo “Title 42” y, por lo tanto, los migrantes de estos países son los principales objetivos de la política. La semana pasada, México comenzó a aceptar un número limitado de cubanos y nicaragüenses bajo la normativa.
La Patrulla Fronteriza dijo a AP que su capacidad para expulsar migrantes bajo esa norma “puede estar limitada por varias razones, incluida la capacidad de México para recibir a esas personas”.
Varios cientos de colombianos han sido expulsados ​​por el “Title 42” desde que Estados Unidos aumentó los vuelos allí el mes pasado, dijeron las autoridades. Witness at the Border, un grupo de defensa que contabiliza los vuelos de deportación, registró 28 a Colombia en marzo y abril frente a sólo 12 en los 10 meses anteriores.
Hace años los colombianos volaban a Estados Unidos con visas y luego pedían asilo, dijo Andrés Daza, un abogado que trabaja con el consulado de Colombia en Miami. Ahora, más colombianos, muchos de ellos profesionales, llegan a través de México, indicó.
La semana pasada la sala de espera del consulado de Colombia en Nueva York estaba llena. Sentado en una silla plegable de metal en la última fila, Darwin Hincapié escuchaba música con sus auriculares mientras esperaba obtener un pasaporte colombiano. Los agentes fronterizos estadounidenses se lo habían quedado después de que cruzó la frontera en noviembre.
Desde Medellín, Colombia, voló a Cancún y tomó un autobús a Reynosa, en la frontera con Estados Unidos. Tras cruzar estuvo detenido alrededor de un mes. Ahora vive en Queens.
“Aquí hay calidad de vida. No tengo eso en Colombia”, dijo el joven de 27 años que conducía para Uber en su país natal pero abandonó el trabajo tras ser extorsionado por pandillas.
La pandemia golpeó duramente a la economía colombiana, llevando a la bancarrota a muchas empresas y desatando violentas protestas el año pasado cuando el gobierno propuso aumentar los impuestos sobre la renta. Según la Defensoría del Pueblo de Colombia, al menos 50 personas murieron en las manifestaciones.
En las zonas rurales los líderes comunitarios enfrentan amenazas por parte grupos rebeldes y cárteles de la droga que luchan por los territorios abandonados por extinta guerrilla Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), que firmó un acuerdo de paz con el gobierno en 2016.
Además, Colombia ha recibido una gran oleada de migrantes venezolanos que huyen de las dificultades económicas en su país.
En Nueva Jersey, la activista Carmen Salavarrieta ayuda a inmigrantes a obtener tarjetas de identificación locales y les ofrece clases de inglés, entre otras cosas. La fundadora de la organización de ayuda Angels for Action asegura que ha visto una cifra récord de colombianos llegando.
“Muchos son profesionales pero llegan a pie por la frontera, ¿se lo puede creer?,” dijo y agregó que algunos acuden a su centro en busca de ropa y comida.
Jaime Rojas y Nataly Chaparro eran profesionales en Colombia.
Rojas, un técnico de sistemas en Bogotá, perdió su trabajo durante la pandemia y su esposa perdió el suyo como profesora de inglés. Ambos participaron en las multitudinarias marchas de protesta del año pasado.
Su trabajo voluntario en grupos juveniles tampoco estaba funcionando: las pandillas rayaron su automóvil porque sabían de sus esfuerzos para tratar de sacar a los jóvenes de las drogas.
En marzo de 2021 Rojas se fue a la Ciudad de México porque allí tiene un hermano y meses después lo siguieron su esposa y sus dos hijos. Pero como el dinero aún no alcanzaba, la familia decidió probar suerte en Estados Unidos.
En septiembre tomaron un autobús a Mexicali y de allí cruzaron a Yuma, Arizona.
Fuero liberados luego de pasar cuatro días detenidos, Rojas con un grillete electrónico que tuvo que llevar por más de dos meses. Ahora el inmigrante colombiano de 36 años y su esposa trabajan de 10 a 12 horas al día preparando legumbres y empacando ensaladas en un mayorista de alimentos en Nueva Jersey.
Ha sido difícil pasar de trabajar en una oficina a hacer trabajo físico en una fábrica, pero están agradecidos.
“Nuestra casa en Bogotá fue asaltada recientemente. Sin embargo, hemos podido ahorrar y hace un mes colocamos cámaras de seguridad”, dijo Chaparro. “Se trabaja muy duro, pero estamos mejor aquí”.
El periodista de Associated Press Manuel Rueda contribuyó a este despacho desde Bogota

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