
Coronel, de 31 años, y ciudadana mexicana y estadounidense, fue detenida en el aeropuerto Dulles International y comparecerá por videoconferencia ante un juez del distrito de Columbia el martes, señaló el gobierno en un comunicado.
Coronel no sólo está acusada de participar en una asociación delictuosa para traficar cocaína, metanfetaminas, heroína y marihuana, sino que además Estados Unidos la acusa de haberse unido a otros para ayudar a Guzmán a escapar de la cárcel del Altiplano, en Almoloya de Juárez, México, en julio de 2015, se indica en el texto.
Después de que Guzmán volviera a ser arrestado en México en enero de 2016, Coronel supuestamente planeó de nuevo, junto a otros, otro intento de escape para su esposo. Guzmán, sin embargo, fue extraditado a Estados Unidos en enero de 2017.
Coronel apareció cada día en el juicio a su esposo por narcotráfico —efectuado en la corte del distrito este de Nueva York— a finales de 2018 y los primeros dos meses de 2019, y fue captada por las cámaras cada vez que entraba o salía del edificio del tribunal, en Brooklyn. Guzmán fue sentenciado a cadena perpetua debido a su papel como líder del Cártel de Sinaloa.
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Actualmente, a un mes de haber ocupado la presidencia, Joe Biden está por lograr el objetivo y se lanza mucho más allá en la más ambiciosa y abrumadora misión de vacunar contra el coronavirus a todos los adultos elegibles antes de que termine el verano.
El suministro limitado de las dos vacunas aprobadas contra el COVID-19 ha afectado el ritmo de las vacunaciones, incluso antes de que el clima invernal demorara la entrega de aproximadamente 6 millones de dosis la semana pasada. Pero Estados Unidos está a punto de lograr un avance en cuanto a suministro al aumentar la manufactura, con la expectativa de una tercera vacuna disponible en las próximas semanas.
Eso significa que el acto de administrar las inyecciones pronto será lo más importante y eso provoca que el gobierno de Biden presione para expandir drásticamente la cantidad de personas que administran las inyecciones y los centros de vacunación.
“Una cosa es tener la vacuna y otra muy diferente es inyectarla en los brazos de alguien”, dijo Biden el viernes durante una visita a la fábrica de Pfizer en Portage, Michigan.
La empresa está por duplicar su ritmo de entrega de vacunas en las próximas semanas.
Desde su aprobación en diciembre, más de 75 millones de las vacunas de dos dosis de Moderna y Pfizer han sido distribuidas, de las cuales 63 millones han sido administradas, alcanzando a 13% de los estadounidenses. Casi 45 millones de dichas dosis han sido administradas desde la juramentación de Biden el 20 de enero.
El ritmo de distribución de esas vacunas está por despegar. Aproximadamente 125 millones de dosis están por ser entregadas en las próximas cinco semanas, con 200 millones adicionales previstas para finales de mayo y otras 200 millones para finales de julio.
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La iniciativa de ley refleja las prioridades generales para la reforma migratoria que Biden estableció en su primer día en el cargo, incluyendo un incremento en el número de visas, más dinero para procesar las solicitudes de asilo y nueva tecnología en la frontera con México.
Sería un cambio radical con respecto a las políticas del gobierno del expresidente Donald Trump, y algunas partes probablemente enfrenten la oposición de varios republicanos. Biden ha reconocido que podría aceptar un enfoque más fragmentado si es que se logra conseguir la aprobación de elementos importantes por separado.
“Tenemos el imperativo económico y moral de aprobar una reforma de inmigración amplia, audaz e incluyente”, dijo el senador demócrata Bob Menendez, uno de los principales impulsores del proyecto de ley, al presentarlo el jueves.
Menéndez dijo que los demócratas han fracasado en el pasado porque han cedido muy rápido a las “voces marginales que se han rehusado a reconocer la humanidad y las contribuciones que han hecho los migrantes a nuestro país, y descartan todo, sin importar cuán significativo sea en función de la seguridad nacional, considerándolo una amnistía”.

Un año después de que comenzó la pandemia, el total de vidas perdidas en el país es de unas 498.000, aproximadamente la población de Kansas City, Missouri, y poco menos que la de Atlanta. La cifra recopilada por la Universidad Johns Hopkins supera la cantidad de personas que murieron en 2019 a consecuencia de enfermedades crónicas de las vías respiratorias inferiores, derrame cerebral, mal de Alzheimer, gripe y neumonía combinadas.
“No habíamos pasado por algo así en los últimos 102 años, desde la pandemia de influenza de 1918”, dijo el principal experto del país en enfermedades infecciosas, el doctor Anthony Fauci, en declaraciones a la cadena CNN.
La cifra de muertes por COVID-19 en Estados Unidos llegó a 400.000 el 19 de enero, en las últimas horas de la presidencia de Donald Trump, de quien expertos en salud pública consideran que manejó mal la crisis y ello llevó a un fracaso singular.
Los primeros fallecimientos por el coronavirus de que se tuvo noticia en Estados Unidos ocurrieron en febrero de 2020, ambos en el condado Santa Clara, California. Se requirieron cuatro meses para que la cifra de muertos llegara a 100.000. En septiembre se alcanzaron los 200.000, y en diciembre sumaron 300.000. Luego se requirió poco más de un mes para pasar de 300.000 a 400.000, y unos dos meses más para ascender de 400.000 a casi 500.000.
Joyce Willis de Las Vegas está entre los incontables estadounidenses que han perdido a familiares durante la pandemia. Su esposo, Anthony Willis, murió el 28 de diciembre, y luego le siguió su suegra en enero.

Las autoridades de Texas dicen que la tormenta invernal que ha dejado sin electricidad ni agua a millones de habitantes se convirtió en una oportunidad para que algunos comerciantes sin escrúpulos se aprovechen de la situación y cobren precios exorbitantes por artículos básicos.
Un sistema activado el miércoles en Houston para que los residentes denuncien manipulación de precios recibió más de 450 quejas en menos de 20 horas, dijo el principal fiscal civil del condado Harris, Christian Menefee.
“Las cosas que estamos viendo sobre todo son hoteles que están fijando tarifas ridículas”, declaró Menefee. “Hemos visto denuncias de paquetes de agua vendidos a un precio dos o tres veces arriba de lo normal”.
Dashawn Walker, de 33 años, buscaba el martes en la noche una habitación de hotel para evitar el frío de su apartamento en Dallas porque no tenía electricidad. Cuando vio que todas las habitaciones de hotel en Dallas estaban reservadas, se fue en su vehículo a un hotel en el suburbio de Lewisville. Pagó 474 dólares por una noche.