
Los comentarios contrastaron con las muestras públicas de afecto entre López Obrador y Biden poco antes, cuando sonrieron, se abrazaron y se dieron la mano para las cámaras. Pero una vez que los dos se sentaron en un salón del Palacio Nacional, flanqueados por delegaciones de altos funcionarios, las añejas tensiones no tardaron en salir a la superficie.
López Obrador desafió a Biden a mejorar la situación en toda la región y le dijo que “tiene la llave para abrir y mejorar sustancialmente las relaciones entre todos los países del continente americano”.
“Este es el momento de terminar con ese olvido, ese abandono, ese desdén hacia América Latina y el Caribe”, agregó.
Biden respondió defendiendo las erogaciones de miles de millones de dólares de Estados Unidos en ayuda en todo el mundo en los últimos 15 años, y dijo que “lamentablemente, nuestra responsabilidad no termina en el hemisferio occidental”. El gobernante también se refirió a los 100.000 estadounidenses que han muerto por la “plaga del fentanilo”, una droga que ingresa por la frontera de México, y habló de las acciones conjuntas que deben tomar para enfrentar el narcotráfico.

Las manifestaciones, que comenzaron a inicios de diciembre pasado tras la destitución de Pedro Castillo como presidente, suman ya 47 muertos, según el recuento de la Defensoría del Pueblo: 39 civiles en la confrontación con fuerzas del orden, otros siete por accidentes de tránsito o eventos vinculados al bloqueo de vías y el policía caído.
El suboficial José Luis Soncco Quispe, de 29 años, hacía rondas de vigilancia en un patrullero en la ciudad de Juliaca, en Puno, la noche del lunes con un compañero cuando, según reportes policiales, fueron agredidos por una turba que luego incendió el vehículo.
“Cerca (del patrullero) se halló un cuerpo carbonizado que, hasta el momento, no ha sido plenamente identificado”, dijo el ministerio del Interior del Perú en una nota de prensa el martes en la mañana. Luego, las autoridades aseguraron que era el cadáver de Soncco.
Según el parte policial, el compañero de Soncco en el patrullero, el suboficial Ronald Villasante Toque, indicó “que fueron retenidos y agredidos físicamente por unos 350 manifestantes” y que, en ese momento, desconocía cuál era la situación del otro policía.

Entre Jill Biden, de 71 años, y Beatriz Gutiérrez Müller, a punto de cumplir 54, hay casi dos décadas de diferencia pero ambas son académicas y han marcado distancia con sus predecesoras como primeras damas.
Biden fue la primera esposa de un presidente estadounidense en mantener una carrera independiente fuera de la Casa Blanca. Gutiérrez Müller, la primera en querer derogar la figura de primera dama en México.
Ambas, con doctorados y libros de su autoría a sus espaldas. La estadounidense es maestra, la mexicana es periodista y experta en literatura. Conectaron mucho más que sus esposos, Joe Biden y Andrés Manuel López Obrador, dos políticos con trayectorias y carácteres muy distintos además de visiones encontradas desde Ucrania a las relaciones con Cuba, Venezuela o Nicaragua.
Las palabras en abierto al inicio de la reunión bilateral lo dejaron claro cuando López Obrador dejó las sonrisas para pedir a Biden que termine con la actitud de abandono y desdén hacia América Latina.

¿QUIÉNES SON ESTOS MANIFESTANTES Y QUÉ QUIEREN?
Los inconformes son partidarios acérrimos de Bolsonaro, y algunos de ellos han acampado frente a un cuartel militar de Brasilia desde que Bolsonaro perdió las elecciones presidenciales del 30 de octubre y rechazan los resultados de la contienda. Otros viajaron a Brasilia el fin de semana a bordo de autobuses. Han estado exigiendo una intervención militar para destituir al recién investido presidente Luiz Inácio Lula da Silva, bajo el argumento de que es un ladrón que conducirá al país hacia el comunismo, y para restablecer a Bolsonaro en el poder.
¿CÓMO LLEGÓ BRASIL A ESTE PUNTO?
A lo largo de su gobierno, Bolsonaro arremetió contra los jueces del Supremo Tribunal Federal por iniciar investigaciones en contra suya y de algunos aliados. En reiteradas ocasiones señaló al juez Alexandre de Moraes, que presidió la autoridad electoral durante los comicios, y en un momento dado puso a Brasil al borde de una crisis institucional al amenazar con desobedecer cualquier fallo futuro de De Moraes.

Las protestas, en que se exige el adelanto de las elecciones generales, la renuncia de Boluarte y el cierre del Congreso, tienen mayor intensidad en las regiones del centro y sur del país y han resurgido con nuevo impulso desde el miércoles en algunas zonas, después de una tregua parcial por las fiestas de fin de año.
La Defensoría del Pueblo reportó la tarde del sábado movilizaciones, paralizaciones y bloqueos de vías en 18 provincias, que equivalen al 9.2% de todas las que tiene el país.
Además, registró 66 puntos de bloqueo en vías nacionales y enfrentamientos con fuerzas del orden en inmediaciones del aeropuerto de la ciudad de Juliaca, en la región Puno, en el sur peruano, con un saldo de 12 civiles heridos durante la jornada, la segunda manifestación de gran magnitud tras la registrada en la víspera.