
Las autoridades de salud norcoreanas reportaron el lunes ocho fallecidos y 392.920 casos de fiebre, lo que eleva la cifra de víctimas mortales a 50 personas y la de enfermos a más de 1,2 millones. Además, supone un fuerte incremento desde los seis decesos y 350.000 infectados confirmados el viernes, un día después del anuncio oficial de que un número no especificado de personas dieron positivo a la variante ómicron del coronavirus en la capital, Pyongyang.
Kim ha reconocido que la fiebre de rápida propagación, probablemente causada por el COVID-19, está causando una “gran agitación” en el país, y expertos externos dicen que es probable que la escala real del brote sea mucho mayor de lo que revelan los medios estatales.
Algunos sospechan que el Norte ha rebajado los datos oficiales para proteger al liderazgo de Kim de las críticas. Es probable que la nación carezca de kits de pruebas y de otras herramientas para detectar a los portadores del virus que no tengan síntomas o que presenten un cuadro leve de la enfermedad, lo que supone que varios millones de personas podrían estar ya contagiadas.
“Cuando la gente muera, las autoridades norcoreanas dirán que fallecieron por exceso de trabajo o por causas naturales, no por el COVID-19”, afirmó Nam Sung-wook, profesor de la Universidad de Corea en Corea del Sur. Es probable que el país esté subestimando el número de decesos para proteger “la dignidad de su líder supremo”.

Según Zong Ming, vicealcalde de la ciudad, en 15 de los 16 distritos se eliminó la transmisión entre quienes no están en cuarentena.
“La epidemia en nuestra ciudad está bajo control. Las medidas de prevención han conseguido un éxito gradual”, señaló Zong en una conferencia de prensa.
Los supermercados, centros comerciales y restaurantes reabrieron el lunes con limitaciones de aforo y con la obligación de realizar transacciones “sin contacto”. Pero se mantienen las restricciones al movimiento y la red de metro seguía cerrada.
A pesar del descenso de los contagios, las autoridades municipales y nacionales han enviado mensajes contradictorios sobre la situación en la ciudad y cuándo podrá regresar a la normalidad. Muchos de los 25 millones de habitantes de la metrópolis pasaron más de 50 días confinados en sus casas, complejos residenciales y vecindarios. Se ha marcado el 1 de junio como fecha posible para la reapertura total.
Zong apuntó que las autoridades “se mantienen prudentes” ante la posibilidad de que el brote repunte, especialmente ante los reportes de nuevas infecciones en los centros de aislamiento centralizados y en los barrios más antiguos y degradados.
“Nuestros esfuerzos de prevención no están suficientemente consolidados en toda la ciudad y se requiere todo nuestro esfuerzo continuo y la cooperación de las masas de ciudadanos y amigos (...) para restablecer el funcionamiento normal de la ciudad de forma ordenada”, dijo Zong.
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Los avisos emitidos en varios distritos dijeron que se ordenó a los residentes que se quedaran en casa y se les prohibió recibir entregas no esenciales como parte de un “período de tranquilidad” que durará al menos hasta el miércoles. Las medidas más estrictas podrían extenderse dependiendo de los resultados de las pruebas masivas, decían los avisos.
"Gracias por su comprensión y cooperación. Juntos podemos levantar el bloqueo en una fecha temprana”, decía un aviso emitido en el distrito Huangpu de la ciudad y publicado en línea.
No estaba claro qué provocó el endurecimiento renovado, ya que el número de nuevos casos de COVID-19 en la ciudad sigue cayendo.
Shanghái reportó el lunes 3.947 casos en las últimas 24 horas, casi todos asintomáticos, junto con 11 muertes. Las autoridades han estado levantando gradualmente las reglas de aislamiento para los 25 millones de residentes de la ciudad, pero las nuevas órdenes parecen estar volviendo a las condiciones de la etapa inicial del brote.
Shanghai originalmente ordenó pruebas masivas junto con un bloqueo limitado , pero lo extendió a medida que aumentaba el número de casos. Miles de residentes se han visto obligados a ingresar en centros de cuarentena centralizados por mostrar un resultado positivo en la prueba o simplemente por haber estado en contacto con una persona infectada.
SEÚL, Corea del Sur (AP) — Corea del Norte decretó el jueves un confinamiento en todo el país para controlar su primer brote reconocido de COVID-19 tras mantener durante más de dos años la afirmación ampliamente cuestionada de que no había registrado casos de un virus que ha llegado a prácticamente todo el mundo.
Por el momento se desconoce la magnitud del brote, pero podría tener graves consecuencias ya que la hermética nación tiene un deficiente sistema de salud y se cree que la mayoría de sus 26 millones de habitantes no están vacunados. Algunos expertos sostienen que con esta rara admisión de las infecciones, el Norte podría estar buscando ayuda externa.
La Agencia Central de Noticias de Corea (ACNC) reportó que las pruebas realizadas a las muestras recogidas el domingo de un número no especificado de personas que padecían fiebre en la capital, Pyongyang, confirmaron que habían contraído la variante ómicron del coronavirus.
En respuesta, el líder del país, Kim Jong Un, decretó un confinamiento total en ciudades y condados y dijo que los lugares de trabajo deben aislarse por unidades para impedir la propagación del virus, agregó la ACNC.
Durante una reunión del Politburó del Partido de los Trabajadores que gobierna el país, Kim pidió a los funcionarios que estabilicen los contagios y eliminen la fuente de infección lo más rápido posible, además de reducir los inconvenientes causados por los controles antivirus en la población. El mandatario apuntó que “la unidad pública es la garantía más poderosa de que podemos ganar en esta lucha contra la pandemia”, según la ACNC.
El Norte, que mantiene unos de los controles fronterizos más restrictivos del mundo, no ofreció más detalles sobre las medidas. Pero un fotógrafo de The Associated Press en el lado surcoreano de la frontera vio a docenas de personas trabajando en campos de cultivo o caminando por senderos en una localidad fronteriza norcoreana, lo que indicaría que no exigen quedarse en casa o que los trabajadores agrícolas estarían exentos.
El país ha rechazado las vacunas ofrecidas por el programa COVAX, auspiciado por Naciones Unidas, posiblemente porque exige un monitoreo internacional.

Kim Sin-gon, profesor en la Facultad de Medicina de la Universidad de Corea en Seúl, dijo que es probable que Pyongyang esté indicando su disposición a recibir vacunas desde el extranjero, pero podría querer más dosis de las que le ofrece el COVAX para inocular a toda su población varias veces. Pyongyang querría además medicamentos para el COVID-19 así como equipos médicos cuyo envío está prohibido por las sanciones de la ONU, agregó.
La variante ómicron se propaga con mucha más facilidad que las cepas anteriores del coronavirus, y su tasa de mortalidad y hospitalización es muy alta entre personas mayores no vacunadas y en aquellas con patologías previas. Esto supone que el brote podría causar “una situación grave” porque el Norte carece de equipos y fármacos para tratar a los contagiados y parte de su población no tiene una buena alimentación, afirmó Kim Sin-gon.
Pese a la decisión de incrementar las medidas antivirus, Kim ordenó a los funcionarios que continúen con la agenda de construcciones, desarrollo agrícola y otros proyectos estatales al tiempo que se refuerzan las posturas de defensa del país para evitar cualquier vacío de seguridad.

La Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA por sus siglas en inglés) anunció que la vacuna sólo debería ser administrada a adultos que no puedan recibir otra o soliciten específicamente la de J&J. Durante meses, las autoridades federales han recomendado que las personas reciban las vacunas desarrolladas por Pfizer o Moderna en lugar de la de J&J.
El doctor Peter Marks, jefe de vacunación de la FDA, dijo que la agencia decidió restringir la vacuna tras volver a examinar los datos sobre el riesgo de coágulos sanguíneos potencialmente mortales y llegar a la conclusión de que sólo se han detectado en personas vacunadas con la de J&J.
“Si existe una alternativa que parece ser igual de efectiva en prevenir desenlaces graves a consecuencia del COVID-19, preferiríamos que la gente la eligiera”, manifestó Marks. “Pero hemos sido cuidadosos en decir que —en comparación con ninguna vacuna— esta sigue siendo una mejor opción”.
De aparecer, los cóagulos surgen en las primeras dos semanas después de recibir la vacuna, por lo que añadió: “Si a usted le pusieron la vacuna hace seis meses puede dormir tranquilo esta noche a sabiendas de que esto no es un problema”.