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El discurso ante el America First Policy Institute surge en momentos en que los asesores de Trump le están implorando que se enfoque más en una visión a futuro y menos en sus denuncias de que perdió las elecciones pasadas por fraude.
“Creo que será un discurso muy enfocado en políticas a futuro, como una versión mejorada del discurso del Estado de la Unión”, estimó Brooke Rollins, el presidente del AFPI. La agrupación, formada por aliados y exfuncionarios de la administración Trump, es considerada un “gobierno en ciernes” que podría rápidamente asumir funciones oficiales si Trump llega a ser reelegido.
Será la primera vez que Trump regresa a Washington desde el 20 de enero de 2021, cuando Joe Biden fue juramentado en el cargo, y ocurre en momentos en que otros políticos republicanos están desafiando su primacía en el partido. Entre ellos está el ex vicepresidente Mike Pence, que también ha estado dando discursos e implícitamente marcando contraste con Trump.
“Hay quienes prefieren enfocarse en el pasado, pero yo creo que los conservadores deben enfocarse en el futuro. Si lo hacen, cambiaremos el rumbo de la historia estadounidense por generaciones”, dirá Pence según el borrador de su discurso a la Fundación Heritage, antes de la alocución de Trump.

Patel considera que Jerry Nadler, de 75 años, y Carolyn Maloney, de 76, son parte de una cosecha de demócratas que llegaron al poder en la década de 1990 solo para fracasar en temas como las armas, el cambio climático y el aborto. Hay oportunidad para un nuevo liderazgo, dice Patel.
En Iowa, el republicano Jeremiah Bronson también está sopesando si alguien que no sea Donald Trump, de 76 años, podría llevar a su partido al futuro. Bronson expresó su creciente interés en el gobernador de Virginia, de 55 años, Glenn Youngkin.
“Él parece estar en sintonía con los conservadores de todo el país”, dijo Bronson, de 39 años, mientras cenaba sándwiches de cerdo asado con otro puñado de republicanos en el condado Story.
En una nación que aparentemente se tambalea ante todas las divisiones imaginables, hay un deseo compartido entre demócratas y republicanos de una nueva generación de liderazgo político. La conversación es más pronunciada cuando se trata de la Casa Blanca, ya que Trump sopesa otra campaña y el presidente Joe Biden se enfrenta al escepticismo sobre su capacidad para presentar una candidatura a la reelección en 2024, cuando tenga 82 años.

Vestido con saco azul marino y camisa oxford, Biden grabó un video desde el balcón de la Casa Blanca para enviar el mensaje de que estará bien y que Estados Unidos debería permanecer en calma y seguir adelante. Admite que la pandemia es un trauma nacional que ha causado la muerte a más de un millón de estadounidenses y ha alarmado a millones más, y sus palabras en el video que publicó en Twitter tenían el objetivo de tranquilizar a la población.
“Estoy bien, estoy trabajando mucho”, dijo Biden mientras a la distancia se escuchaba el sonido de un camión de helados. “Entre tanto, les agradezco su preocupación. Y mantengan la fe. Todo estará bien”.
El diagnóstico dejó al descubierto uno de los riesgos inevitables para un presidente que ha insistido en tratar de reconectarse con el mundo y los estadounidenses comunes después de un prolongado confinamiento. Fue un recordatorio de que el COVID-19, con sus mutaciones y subvariantes, sigue siendo una amenaza, y la Casa Blanca también consideró que la ocasión era una oportunidad de demostrar el progreso en el combate a la enfermedad.
Funcionarios del gobierno le recordaron a la población que el pronóstico para Biden es positivo debido a que ha recibido todas las dosis de las vacunas a las que es elegible, incluyendo dos inyecciones del esquema original y dos de refuerzo. Además recibe tratamiento con Paxlovid, un medicamento antiviral que sirve para prevenir síntomas más severos.
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“El presidente está respondiendo a la terapia como se esperaba”, escribió el doctor Kevin O’Connor en su última nota. Biden ha estado tomando Paxlovid, un medicamento antiviral que ayuda a reducir la posibilidad de desarrollar síntomas graves.
O’Connor escribió que Biden todavía tiene dolor de garganta, aunque otros síntomas, como la tos, la secreción nasal y los dolores corporales, “han disminuido considerablemente”.
Biden dio positivo en una prueba de coronavirus el jueves por la mañana.
El doctor Ashish Jha, coordinador de la respuesta al COVID-19 de la Casa Blanca, afirmó el domingo que Biden está infectado con la subvariante BA.5.
“Gracias a Dios, nuestras vacunas y la terapia funcionan bien contra ella, por lo que creo que al presidente le está yendo bien”, dijo Jha en el programa “Face the Nation” de la cadena CBS.
Esta subvariante de ómicron surgió a finales del año pasado, y se cree que es la responsable de la gran mayoría de los casos de COVID-19 en Estados Unidos.
La Casa Blanca no ha difundido ninguna foto o video de Biden desde el viernes, cuando los medios de comunicación lo vieron participar en una reunión virtual con asesores económicos.
Jha prometió que la Casa Blanca seguiría dando información actualizada sobre el estado del presidente y si llegara a tener síntomas a largo plazo.
“Creemos que es realmente importante que el pueblo estadounidense sepa cómo está su presidente”, dijo.
“Obviamente, si tiene síntomas persistentes, obviamente si alguno de ellos interfiere con su capacidad para llevar a cabo sus funciones, lo revelaremos... pero sospecho que esto va a ser un curso de COVID que hemos visto en muchos estadounidenses que se han vacunado completamente, se han reforzado doblemente, se han tratado con esas herramientas en la mano”, afirmó. “El presidente va bastante bien y prevemos que seguirá así”.
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Al día siguiente volvió a declarar: “No quiero decir que las elecciones han concluido”. Eso fue en una escena descartada de un discurso que iba a pronunciar, que no se emitió en su día y fue presentada en la audiencia de la comisión en horario estelar.
La comisión documentó cómo durante unos 187 minutos, desde el momento en que Trump se fue del escenario de un mitin en el que envió a sus simpatizantes al Capitolio, hasta el momento en que apareció en el video de la Rosaleda de la Casa Blanca, nada pudo hacer que el presidente derrotado modificara su actitud. En su lugar, vio como se desencadenaba la violencia por televisión.
“El presidente Trump no dejó de actuar”, dijo el representante Adam Kinzinger, también republicano pero crítico frecuente de Trump y expiloto de cazas en Irak y Afganistán. “Él eligió no actuar”.