
El exjefe negociador de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) “Iván Márquez”, cuyo nombre real es Luciano Marín, anunció que volvía a las armas alegando que el gobierno de Bogotá no cumplió el acuerdo de paz firmado en 2016 y no hizo nada ante el asesinato de cientos de líderes sociales en zonas rurales controladas durante mucho tiempo por los rebeldes.
Marín leyó un largo manifiesto en un video en el que aparece rodeado de 20 rebeldes fuertemente armados y dijo que estaba en un campo clandestino en la selva oriental de Colombia. Según las autoridades estaría en Venezuela, que durante años ha sido un refugio seguro para la guerrilla.
Casi de inmediato, el presidente de Colombia, Iván Duque, contactó con el líder de la oposición en Venezuela, Juan Guaidó, cuya campaña de nueve meses para sacar a Maduro del poder se ha estancado ante la negativa del ejército a abandonar al cuestionado dirigente. Para los dos políticos, el video fue una prueba más de que los rebeldes, que están considerados un grupo terrorista por Estados Unidos, están planeando ataques desde suelo venezolano.
“Los colombianos debemos tener claridad de que no estamos ante el nacimiento de una nueva guerrilla, sino frente a las amenazas criminales de una banda de narcoterroristas que cuenta con el albergue y el apoyo de la dictadura de Nicolás Maduro”, declaró Duque durante un discurso televisado.

Antes la peor parte de la violencia se limitaba a unas pocas ciudades; ahora se extiende por todo el país. Antes no era raro que las bandas matasen a adultos pero dejasen a los menores ilesos; ahora, el asesinato de menores junto a sus padres se ha convertido en algo demasiado frecuente.
Y el que quizás sea el cambio más desconcertante: la sangrienta violencia de los cárteles enojó a los mexicanos y acaparó la atención intencional por la guerra contra el narco, que registró 27.000 homicidios durante su apogeo en 2011. Hoy en día, aunque el número de asesinatos en el país se incrementó hasta cerca de 35.000 el año pasado, el derramamiento de sangre parece recibir menos atención y generar menos indignación.
Todo esto ha dejado a muchos mexicanos preguntándose qué camino tomar.
Esto fue evidente esta semana en Coatzacoalcos, una ciudad petrolera del estado de Veracruz donde, según residentes, las bandas luchan por controlar el territorio y extorsionan a los propietarios de negocios con amenazas de violencia. El martes en la noche, presuntos miembros del cártel de Jalisco se presentaron en el club nocturno Caballo Blanco, bloquearon las salidas y provocaron un incendio que mató a 28 personas atrapadas dentro, aparentemente porque el dueño se habría negado a pagar más extorsiones o porque vendió drogas de otro grupo.
Vanessa Galindo Blas perdió a su pareja de hecho, Erick Hernández Enríquez, en el ataque. Ambos nacieron en Coatzacoalcos pero habían hablado de marcharse.

De Ñembi Guasu (que significa Gran Refugio) quedaron árboles calcinados y una pampa chamuscada tras dos semanas de incendios, según autoridades indígenas.
“El fuego está afectando a nuestros parques (reservas) y es lamentable lo que está pasando en Ñembi Guasu, estamos preocupados”, dijo Justino Zambrana, presidente de la Asamblea del Pueblo Guaraní.
En tanto en Roboré, 900 kilómetros al sureste de La Paz, cada día a las cinco de la mañana los vecinos católicos más fervientes sacan en procesión a la Virgen María para pedir por lluvias.
“Son dos semanas de rogativas y el señor fue generoso, no fue una gran lluvia la que nos mandó (el martes), pero fue una bendición para nuestros campos”, dijo a The Associated Press Ester Squeira.
La llovizna roció los campos humeantes de los alrededores y desató algarabía en el pueblo.
Los incendios son iniciados por ganaderos y agricultores para renovar pasturas y habilitar cultivos, una práctica tradicional poco controlada por las autoridades. Con frecuencia el fuego sale de control por la estación seca y los fuertes vientos que esparcen las chispas.
Las quemas comenzaron en julio y hasta el 24 de agosto devoraron 1,8 millón de hectáreas en la región amazónica de Beni y en las llanuras de Santa Cruz, según una evaluación de la Fundación Amigos de la Naturaleza (FAN) a partir de imágenes de satélite.

El mandatario también intensificó su disputa profundamente personal con el presidente francés Emmanuel Macron, al que acusó de presentarse como “la única persona” preocupada por el medio ambiente.
Las declaraciones de Bolsonaro parecían refutar las aseveraciones internacionales de que el debilitamiento de las salvaguardas ambientales en Brasil durante su gobierno ha dado pie a que agricultores, empresarios inmobiliarios y otros hayan incrementado sus quemas este año para desmontar terreno, gran parte del cual ya estaba deforestado.
También ponen de relieve la afirmación del gobierno brasileño de que algunas propuestas de asistencia internacional para combatir las quemas violan la soberanía brasileña en la región.
Macron y otros gobernantes europeos afirman que los incendios en la Amazonía requieren una respuesta global debido al papel crítico que ese ecosistema tiene para atrapar dióxido de carbono, un gas de efecto invernadero. Macron arremetió contra Bolsonaro porque presuntamente le mintió sobre sus compromisos con la biodiversidad, y el mandatario brasileño acusó al gobernante francés de evocar el pasado colonialista de su país.

Se prevé que la tormenta pase por encima o cerca de la región occidental y central de Puerto Rico el miércoles, por lo que las autoridades alertaron a la población de posibles deslaves, inundaciones y apagones. El presidente Donald Trump declaró una emergencia el martes en la noche y ordenó la entrega de asistencia federal a las autoridades locales.
“Se sentirán vientos con fuerza sostenida de tormenta tropical en prácticamente toda la isla”, dijo Roberto García, director del Servicio Nacional de Meteorología de Estados Unidos en San Juan, en una conferencia de prensa el martes en la noche.
Sin embargo, advirtió que el pronóstico podría cambiar durante la noche y añadió que tormentas como Dorian, sin un vórtice bien definido, suelen presentar cambios súbitos.
En la madrugada del miércoles, Dorian se encontraba a unos 390 kilómetros (240 millas) al sureste de Ponce, Puerto Rico. El Centro Nacional de Huracanes de Estados Unidos dijo que se fortaleció ligeramente y tiene vientos máximos sostenidos de 96 kilómetros por hora (60 mph) y avanza en dirección noroeste a 20 km/h (13 mph).
Se prevé que arroje entre 10 y 15 centímetros (4 y 6 pulgadas) de lluvia con precipitaciones aisladas de hasta 20 centímetros (8 pulgadas), agregó.