
Desde ahora, antes de abordar un vuelo a Francia, todos los viajeros procedentes de Estados Unidos deberán proporcionar una prueba negativa de COVID-19 (una PCR o una prueba de antígenos) que no tenga más de 48 horas, además de una prueba de vacunación.
Los nuevos casos de COVID-19 en Francia han superado los 200.000 durante cuatro días consecutivos, impulsados por la variante ómicron, altamente contagiosa.
Las autoridades francesas también están exhortando a los residentes no vacunados a tomar medidas preventivas. El gobierno está presionando al Parlamento para que apruebe una ley en las próximas dos semanas que permitiría que sólo los residentes vacunados puedan ingresar a restaurantes, cines, teatros, museos y estadios deportivos.
El actual “pase de salud” de Francia también permite el acceso a personas que puedan demostrar un resultado negativo en una prueba diagnóstica o que se hayan recuperado del COVID-19.
Si se aprueba la ley, el pase de salud se convertiría en un “pase de vacunación” que también se exigiría en trenes interregionales y en los autobuses y aviones que hagan viajes nacionales.