Biden sopesaWASHINGTON (AP) — La Casa Blanca está evaluando seriamente la posibilidad de exigir a los empleados federales que demuestren que se han vacunado contra el coronavirus o que se sometan a pruebas periódicas y usen mascarilla, un cambio potencialmente importante en la política que refleja la creciente preocupación por la propagación de la variante delta, que es más infecciosa.

La posible obligación de vacunación para los empleados federales -independientemente de la tasa de transmisión en su zona- es una de las opciones que está estudiando el gobierno de Biden, según una persona familiarizada con los planes que habló bajo condición de anonimato para comentar las deliberaciones que aún no se han hecho públicas. Se espera que la Casa Blanca anuncie su decisión final tras completar una revisión de la política esta semana.

Según un análisis de la Oficina de Administración y Presupuesto de la Casa Blanca, en 2020 había más de 4,2 millones de trabajadores federales en todo el país, incluidos los militares.

El presidente Joe Biden manifestó el martes que se está “considerando” que la vacunación contra el COVID-19 sea obligatoria para los trabajadores federales, pero no ofreció más detalles en momentos en los que la variante delta se propaga a lo largo y ancho de Estados Unidos y una cantidad significativa de estadounidenses sigue reacia a vacunarse.

Luego de un discurso en la oficina del Director Nacional de Inteligencia, Biden afirmó que su gobierno estaba considerando la posibilidad en respuesta a la pregunta de un reportero.

Mientras tanto, el Departamento de Asuntos de Veteranos se convirtió en la víspera en la primera agencia federal que hizo obligatoria la vacunación contra el COVID-19 para sus trabajadores de salud.

Horas antes el martes, la secretaria de Prensa de la Casa Blanca, Jen Psaki, dejó abierta la posibilidad de que más agencias implementen requerimientos similares, señalando que el gobierno seguiría “buscando formas de proteger a nuestros trabajadores y salvar más vidas”.

El martes, los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades dieron marcha atrás en sus directrices que relajaron el uso de mascarillas y afirmaron que todos los estadounidenses que vivan en zonas con tasas de transmisión de coronavirus considerables o elevadas deben usar cubrebocas en interiores, independientemente de su estado de vacunación.

Y así, las mascarillas volvieron a la Casa Blanca.