GuardarNUEVA YORK (AP) — No será una sorpresa para su legión de fanáticos que el primer musical profesional que se montó en Estados Unidos durante la pandemia fue “Godspell”.
El Berkshire Theatre Group, en el oeste de Massachusetts, realizó una producción en agosto con particiones de plexiglás entre los actores y chequeos de temperatura para la audiencia. ¿Por qué “Godspell”? Por su mensaje de amor y esperanza.
”‘Godspell’ simplemente se sintió como el indicado”, dice la directora artística y ejecutiva del Berkshire Theatre Group, Kate Maguire. “De repente, la historia de ‘Godspell’ y de qué se trata se volvió más importante”.
El musical de John-Michael Tebelak y Stephen Schwartz celebra este mes su 50 aniversario, un hito dorado para un espectáculo con raíces en la era hippie pero que aún puede hablarles a aquellos en TikTok.
Entre los que viajaron a Massachusetts para ver “Godspell” en la pandemia hubo veteranos del musical como Peggy Gordon, que estuvo en el elenco original. “Fue increíblemente poderoso a nivel emocional para nosotros”, dice. Maguire le dijo que esperaba que la producción la enorgulleciera. “Le dije: ‘Lo lograste’”.
“Godspell” fue un éxito off-Broadway en 1971. Fue llevado al cine en una película de 1973 y saltó a Broadway en 1976, recibiendo una nominación al Tony a la mejor partitura, así como un premio Grammy. Una de las canciones, “Day by Day”, llegó el puesto No. 13 de la lista de sencillos pop de Billboard. Ha sido un trampolín para muchos artistas, desde Aaron Tveit, cuyo primer verdadero trabajo como actor fue en una gira de “Godspell”, hasta Uzo Aduba, quien estuvo en una reposición de Broadway en 2011.
El musical es un recuento del ministerio de Jesús estructurado en torno a una serie de parábolas, en su mayoría del Evangelio según San Mateo, con canciones intercaladas. Tebelak lo creó como un proyecto universitario en 1970 mientras estudiaba en la Universidad Carnegie Mellon y el elenco original, encabezado por estudiantes, ayudó a completarlo.
“Aunque no soy una persona muy religiosa, en muchos sentidos fue un acto de amor”, dice Robin Lamont, quien participó en el espectáculo original de Broadway y en la película. “Creo que muchos actores se sienten así cuando ayudan a crear un espectáculo. Pero este fue un amor particular”.
La génesis del espectáculo fue provocada por un encuentro infeliz: el espiritual Tebelak fue a un servicio el domingo de Pascua pero algunos feligreses consideraron que estaba vestido de manera inapropiada y uno de ellos, que era policía, lo cateó afuera con el consentimiento del resto de la congregación.
“Estaba devastado. Se fue de ahí con el corazón roto y furioso, como muchos niños cristianos profundamente espirituales a principios de los 70”, dice Gordon. Eso le hizo volver al mensaje de Jesús, su relación con los pobres y su mensaje de amor.
El musical ha impulsado innumerables producciones teatrales escolares, regionales y comunitarias, una elección natural debido a su mensaje edificante y también porque requiere de un elenco de 10 actores y poca utilería. Es ágil y dinámico.
El concepto original era un grupo de payasos reunidos en un patio de recreo y Jesús vestido con una camiseta de Superman con tirantes, pero puede adaptarse. Lamont vio una producción donde se duplicó el elenco y otra ambientada en una iglesia abandonada. Tebelak dirigió una en los 70 en Sudáfrica que desafió las leyes raciales de ese país al insistir en que el elenco fuera multirracial.
La mayoría de las letras de la partitura inicial eran del himnario episcopal y las canciones eran atonales. Cuando pasó a un escenario más grande, Schwartz fue contratado por el productor Edgar Lansbury para escribir una nueva partitura e incorporar una variedad de estilos musicales, desde pop hasta folk rock, góspel y vodevil.
Entre la transferencia del La MaMa Experimental Theatre Club al Cherry Lane Theatre, Schwartz tuvo apenas cuatro semanas para crear nueva música para ocho canciones existentes, escribir cinco canciones adicionales y musicalizar el prólogo.
Cuando terminó, tenía joyas como “Day by Day”, “All for the Best” y “All Good Gifts”, aunque le admitió a Gordon que no podía mejorar su contribución de “By My Side”.
“Lo primero que me dijo cuando nos reunimos fue: ‘Peg, traté de escribir algo que fuera en lugar de ‘By My Side’ y no pude encontrar nada que me gustara más, así que me la quedo’”, cuenta Gordon.
Pero la llegada de Schwartz, quien saltaría a la fama como autor de canciones para los musicales “Pippin” y “Wicked”, inicialmente no fue vista de manera positiva por algunos miembros del elenco.
“Creo que nosotros, como grupo, nos resistimos un poco y sí se sintió como si alguien estuviera tomando a nuestro bebé y convirtiéndolo en algo horriblemente comercial. Y en 1971, ya sabes, esa era una especie de palabrota”, dice Lamont.
“En retrospectiva, creo que fuimos increíblemente tontos e ingenuos”, agrega. “Creo que la partitura de Stephen hizo que el programa fuera lo que es, y no hubiera tenido éxito de ningún modo sin ella”.
Si bien puede parecer que “Godspell” carece de forma y da espacio a la improvisación, Gordon dice que “se construyó meticulosamente, pero de una manera que parecía espontánea”.
Recuerda el ensayo general sólo por invitación en Cherry Lane, la primera vez que presentaron la nueva versión frente a una audiencia. El elenco salió, se tomó de las manos e hizo la reverencia al final.
“Mientras hacíamos la reverencia, oí un aplauso atronador”, dice Gordon. “Estaban de pie, aplaudían y lloraban. Pensé: ‘¡Dios mío, supongo que esto es bueno!’ Nunca pensamos en eso. Estábamos tan concentrados en tratar de manifestar la visión de John-Michael. Pensé, ‘Oh, supongo que está bien’”.
Muchos críticos también quedaron encantados. La revista New York lo llamó “un pequeño espectáculo juguetón y estimulante” y el Daily News dijo que era “alegremente irreverente y animado”. El Boston Globe lo llamó “Cabello con un halo”. Como una señal de que se había metido en el tejido de la nación, el musical fue satirizado en “Los Simpson” con Homero cantando: “Día a día / Tengo tres hijos / y dos están bien”.
Gordon pasó a tener una carrera variada en el teatro, la industria editorial, la televisión, el cine y la música, componiendo piezas para teleseries y el espectáculo “Taboo in Revue”. Pero “Godspell” se mantiene como lo más destacado.
“De alguna manera mató cualquier otro trabajo para mí porque pensé: ‘¿Cómo tomar otro trabajo cuando uno creó su propio personaje, está cantando una canción que escribió y bailando la coreografía que creó?’”
Lamont más tarde protagonizó “Grease” en Broadway, como Sandy, y actuó en el show “Working” de Schwartz. Pero “Godspell” igualmente mantiene su relevancia: “Cuando hablo con gente sobre su experiencia en ‘Godspell’, a los actores les encanta. Creo que realmente se nota”.
Tanto Gordon como Lamont forman parte de una red de las 10 compañías originales de “Godspell”. Tienen un grupo privado en Facebook y planean reuniones cada década, con una grande este año. Ellos reflejan el espíritu de “Godspell”: “Somos un grupo de amigos ruidosos e increíblemente activos que se adoran unos a otros”, dice Gordon.

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