
¿La diferencia? Los estadounidenses tienen a Kevin Durant.
Nunca ha ido a unos Juegos Olímpicos en los que no haya subido a lo más alto del podio y, evidentemente, no pretende cambiar sus planes ahora. Durant anotó 29 puntos para mantener con vida su esperanza de un tercer oro olímpico, y Estados Unidos se enfiló a la rodna de medallas con un triunfo el martes 95-81 sobre España en los cuartos de final de Tokio 2020.
“Lo único que tenemos que hacer es ejecutar nuestro juego”, dijo Durant. “Se supone que para eso estamos. Se trata de obtener el oro”.
Jayson Tatum encestó 13 unidades y Jrue Holiday añadió 12 por Estados Unidos, que se medirá al ganador del cruce entre Australia y Argentina el jueves. Los estadounidenses también se dieron la oportunidad de extender una racha única en la historia del baloncesto olímpico: En sus 18 apariciones previas en el torneo varonil, han regresado a casa con una presea.
“Fue un partido maravilloso en el sentido que nos sentimos absolutamente extasiados por la victoria, sabiendo bien que aún nos queda mucho trabajo por delante”, dijo el técnico estadounidense Gregg Popovich. “Enfrentamos a una fantástica selección”.
La campeona olímpica de 2016 participará en la final de viga de equilibrio el martes, poco más de una semana después de su retirada de la final femenina por equipos para centrarse en su salud mental.
“Estamos muy contentos de confirmar que verán a dos deportistas estadounidenses en la final de viga de equilibrio mañana, ¡¡Suni Lee Y Simone Biles!! ¡No podemos esperar a verlas a las dos!”, dijo el equipo de gimnasia de Estados Unidos en un comunicado.
Biles, de 24 años, logró el bronce en viga en Río de Janeiro hace cinco años y se metió entre las ocho finalistas de la disciplina en el primer fin de semana de la competición en el Centro de Gimnasia de Ariake.
Biles abandonó la final del programa completo por equipos el 27 de julio tras una titubeante actuación en el potro en la primera rotación. Observó desde un costado como sus tres compañeras completaban el concurso sin ella y se alzaban con la plata por detrás del equipo que representa al Comité Olímpico de Rusia.
Más tarde, Biles dijo que sufría un bloqueo mental conocido en la gimnasia como “twisties”, o episodios de desorientación en los que le cuesta trabajo tomar consciencia de en qué lugar se encuentra su cuerpo en relación con el suelo.
Biles se había clasificado para las cinco finales individuales, pero se retiró de cuatro: el programa completo, potro, suelo y asimétricas. Lee la sucedió como campeona del programa completo, la quinta estadounidense en fila que se lleva el título máximo de la disciplina.

El reinado olímpico de la colombiana en el BMX había llegado a su fin, conformándose el viernes con la medalla de plata cuando no pudo darle alcance a la británica Beth Shriever.
Pajón llegó a la cita de Tokio 2002 precedida por un 2018 de pesadilla, primero con un diagnóstico de mononucleosis y luego una lesión de desgarros de ligamentos en la rodilla izquierda.
Revalidar sus títulos de Londres 2012 y Río 2016 era algo que divisaba con aprensión.
Así que subirse al segundo cajón del podio en Japón para enseñar su medalla de plata, el muñeco de Miraitowa — la mascota olímpica — y un ramo de girasoles le hizo hinchar el pecho con orgullo personal y patrio.
“A mí esta plata vale oro y hasta algo más”, dijo Pajón. “No sé donde saqué la medalla, ni sé de dónde saqué la clasificación o cómo llegué a la final”.
Shriever superó por media rueda a Pajón, con una diferencia de apenas nueve centésimas de segundo.
De la nueva generación, con 22 años, Shriever señaló que Pajón siempre ha sido su ejemplo a seguir en el BMX.
“Verla ganar esos dos oros olímpicos fueron mi mayor inspiración. Ha sido mi modelo”, dijo la flamante campeón. “He calcado su estilo”.

Su entonces entrenador en la Universidad de Kentucky le recordó que tenía raíces de Puerto Rico por el lado su madre.
“Mi coach me lo planteó así: ‘¿Sabes que puedes competir para Puerto Rico?‘. No tenía idea alguna. ‘¿En serio?’, comentó Camacho-Quinn. “La verdad es que no sabía absolutamente nada sobre esas reglas en el atletismo. Lo único que quería hacer era competir”.
Finalmente terminó en el equipo nacional de Puerto Rico. Y el lunes, con 24 años, acaba de consagrarse en los Juegos Olímpicos de Tokio.
Por segunda cita consecutiva, otra mujer puso a la isla caribeña en lo más alto del podio al imponerse con abrumadora autoridad en la final de los 100 metros con vallas.
“Esto era lo que buscaba este año. Tenía muchas ganas de ser una medallista de oro”, dijo Camacho-Quinn.
Camacho-Quinn cronometró 12.37 segundos, superando por 15 centésimas a la estadounidense Keni Harrison, la dueña del récord mundial que debió conformarse con la presea de plata. Fue una diferencia sideral para una carrera tan corta.
La jamaicana Megan Tapper quedó tercera con 12.55 para el bronce.
Tomada la decisión de competir por Puerto Rico, Camacho-Quinn se presentó a los Juegos de Río 2016 y salió a correr en busca del pase a la final en un estadio lleno de gente.

La bicampeona mundial pasó rápidamente la página y quedó pensando en la anhelada final del domingo, en la que llegará como la súper favorita para llevarse un inédito oro a su país.
Rojas, plata en Río 2016, logró en su primer intento un salto de 14,77 metros, que resultó suficiente para avanzar cómodamente a la disputa de las medallas. En contraste, la campeona olímpica vigente de la disciplina, la colombiana Caterine Ibargüen, de 37 años, necesitó de un tercer salto (14,37) para clasificarse.
“Entré a la prueba con mucha calma y no tuve ningún problema para clasificarme, y ahora estoy pensando en la final del domingo”, manifestó Rojas.
“Es una posibilidad real para mí”, señaló en referencia a su gran objetivo de ganar el oro y destronar a Ibargüen. “Es algo que deseo con todo mi corazón, mi enfoque está en la medalla olímpica. Sé que habrá buenos resultados y será un verdadero espectáculo”.
Desde la plata que alcanzó en Río, la saltadora de 25 años ha sido la atleta dominante en el triple salto. Se consagró como campeona al aire libre en Londres 2017 y Doha 2019, además de sumar otros títulos logrados en pruebas bajo techo.
En mayo en una competencia en Andújar, España, la venezolana logró un salto que estuvo a nueve centímetros de la plusmarca mundial, en poder de la ucraniana Inessa Kravets (15,50), que rige desde 1995.
Rojas podría convertirse en la primera mujer de su país en ganar un oro olímpico. El país sudamericano ha sumado dos hasta ahora con hombres en boxeo y esgrima.
Rojas admite que no ha sido fácil para los atletas lidiar con la pandemia del nuevo coronavirus.
“Fue bastante difícil, no solo para mí sino para todos”, afirmó. “El COVID ha convertido esto en unos Juegos Olímpicos inusuales. Pero en términos de mi preparación, fue perfecta. Lo he logrado y estoy aquí”.
La venezolana, de 1,92 metros de altura, llama la atención por su colorido cabello corto. El viernes lucía una combinación de rosado y plateado en la competencia disputada en la fosa del salto del Estadio Olímpico de Tokio.
“Me gusta mezclar colores y quería tener un color diferente para los Juegos Olímpicos”, dijo. “Quería un pequeño cambio”.